Por muchos años en Chile se operó bajo la lógica de aprovechar nuestras ventajas comparativas, en detrimento del valor agregado y tecnológico. Este ha sido uno de los pocos errores de los Chicago Boys chilenos, también lo fue el error conceptual de confundir libertad con desregulación hasta inicios de los 80. Fuera de eso, el aporte ha sido invaluable para nuestro país.
El desarrollo tecnológico es el paso siguiente que debe dar nuestro país para llegar al desarrollo. Esto nos permite mover la frontera de crecimiento y mejorar los procesos productivos, así como nuestra calidad de vida.
Singapur entendió este concepto hace 40 años atrás, promoviendo el desarrollo tecnológico, con cero impuestos a las empresas tecnológicas y abriendo las puertas a la inversión y emprendimiento extranjero en su país. De esta manera lograron incorporar todo ese capital tecnológico y humano a su sociedad. Esto además fue acompañado del establecimiento del idioma inglés como lengua materna, según explica Lee Kuan Yew en sus libros.
Esto permitió a Singapur crecer a tasas del 10% anual por muchos años sin sacrificar su medio ambiente, aumentando explosivamente su ingreso per capita de 600 dolares anuales a 60 mil dolares anuales en solo 40 años. Detrás del progreso existe una mejor calidad de vida. Con transporte eléctrico Chile no tendría smog, es urgente acelerar este proceso.